21 de marzo de 2012


Mientras leía a Kerouac solo podía pensar que éramos invencibles, inmortales, de colores por dentro, que estábamos destinados a algo grande. Somos obstinados, irreverentes. Me gustaría salir huyendo contigo, y cruzar América en un viejo cadillac en llamas, como Sal y Dean. Me gustaría que las estrellas ardieran y se derritieran como queso fundido, que me cauterizaras el alma, pero sólo podemos soñar arriba.
Quiero la luna en mi almohada, que me acaricies el cerebro, y los sueños…
Pero yo quiero ser libre, y tú una desconsolada interrogación.