Otoño ya mismo está aquí, es plácido. Es como estar en casa después de una larga temporada, el año pasado parece ahora tan lejano, y me gusta, porque ahora estamos resucitando. Este ha sido un verano de infarto, de catarsis, noches de sabor amargo (literalmente) y lambruscos a medio terminar. Noches extrañas, con las piernas temblando, y las pieles, sobreexcitadas, frotándose, creando chispas. Noches de pupilas electrónicas y de autoestopistas sin control. Noches, en definitiva que tardaremos en olvidar, porque a punta de pistola se nos ha hecho sentir a corazón abierto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario